Monday, March 19, 2007

LSD (II)

Camino freneticamente por la vereda de la playa, viendo desde arriba las pequeñas y precisas dunas que se me cruzan de manera intermitente. Del otro lado del paredoncito (irrisoria defensa) viene el estruendo. Es de noche, y el mar no deja de moverse. Sigo sobrevolando la vereda un rato, hasta que empiezo a sospechar significados en el ruido. Cruzo el paredoncito, me paro frente al mar. Se, por unos instantes, que esa masa de agua negra, gigante y revuelta es mi propia alma.