Thursday, June 28, 2007

Viaje con hongos Colombianos (psilocibe cubensis)

La mayor fama de Amsterdam en materia de drogas pasa por la marihuana y el hash. Son de mucha calidad, y tienen un pintoresco sistema de expendio en "coffee shops", con carta y todo.
Pero lo mas extraordinario de la oferta legal son los hongos. Pequeñas maravillas de venta libre, que se ven en las vidrieras de todas las tiendas centricas especializadas. Los hay de varias clases. Hay unos cartelitos que los califican en rubros como Energía Mental, Visiones, Sonidos, etc. Los mexicanos estan catalogados como para principiantes, los hawaianos como los mas potentes. Todas son variedades de psilocibe cubensis. El principio activo es la psilocibina. Yo elegí los colombianos.
La tienda en la que los compré queda en el centro, en una calle que desemboca en Dam Square . Imposible saber los nombres de las calles en Amsterdam, pero si uno está ahí las encuentra.
Entré a la tienda a pregntar, porque me sorprendió mucho la oferta, no sabía que también eso era legal (Aclaración: No todo en Amsterdam es legal. El éxtasis, el lsd y la cocaína se consiguen en cada esquina, pero son ilegales). Entré a preguntar. Luego de mis primeros intentos de averiguar en inglés, me di cuenta de que los que atendian eran chilenos. Les pregunté que tal los hongos. Donde los podía tomar, y me dijeron que en cualquier lado. "¿Cualquier lado?" Si, cualquier lado. Pregunté por algún lugar tranquilo, porque en la primera experiencia hay que ser cauteloso (mejor dicho, mas cauteloso que en las demás). Me recomendaron un parque, al que nunca llegué, y comerme media caja, la mitad de lo que comí. La caja era de plástico, tapa transparente, faja de papel con información sobre el producto. Excelente presentación, todo lo contrario a lo que uno espera en materia de drogas, por lo menos cuando está acostumbrado a la sudamericana clandestinidad.
Me fui caminando al parque, con una vaga idea de donde quedaba el Voldelpark, el parque que me habian recomendado. Llegué a otro, pequeño, con una laguna. Bajé unos escalones de cemento. Me senté y me comí toda la caja. Luego, a esperar. Una media hora despues ya me sentía raro. Sentía esa especie de inquietud que tambien se da con los primeros momentos del lsd. Una especie de ansiedad física. Me levanté y caminé hasta un banco. Ahí sentado fui entrando en el viaje. Las nubes se veían doradas. El cielo habia adquirido una textura extraña y hermosa. Los pajaros que pasaban dejaban estelas, casi parecían rasgarlo. En el suelo veía formas, dibujos. Son dibujos distintos a los que uno ve con el lsd. Tienen otros patrones, creo, aunque no podría asegurarlo, teniendo tan poca experiencia con la sustancia. Mientras miraba los dibujos, los interpretaba, de acuerdo a mi mente, tambien modificada en ese momento. Después me paré. Miré alrededor. Sonaba en mis auriculares Paranoid Android, de Radiohead. Siempre me gustó ese tema, pero en ese momento cobraba otro sentido. El tema parecía concordar hasta en el mas mínimo detalle con todo lo que pasaba a mi alrededor. Era como una banda sonora de pelicula, cuidadosamente ajustada a las imagenes. Sentía que el tema había sido compuesto para acompañar ese momento, esos movimientos del mundo. Despues, me dejé caer en el banco, y caí (si, caí, sin darme cuenta, casi) en una especie de viaje interno. Perdí momentaneamente contacto con el mundo exterior. Sentía que me iba deslizando por una especie de túnel vertical, hecho de sensaciones y pensamientos. Y entre esas sensaciones y pensamientos se me apareció una imagen: mi abuela. Tuve miedo. Miedo de descubrir algun sentimiento desagradable. Pero ya era tarde, y me abrí. Sentía que alguien me guiaba, que alguien me mostraba las cosas (esa es otra diferencia con el lsd, sustancia con la cual esta sensación no es tan fuerte). Y ahí me atravesaron por completo las imagenes de mi abuela, los recuerdos, los sentimientos adormecidos por la vida cotidiana. Cuando abrí los ojos estaba riendome y llorando. Sentía que la tenía al lado. Sabía que ella estaba en ese momento a miles de kilometros, pero sentía que me la habia encontrado en Amsterdam. Tambien me fue mostrado (o sentí que me mostraban, no quiero ponerme místico) que tenia que contarle a mi abuela esta experiencia. Estuve un rato mas sentado en el banco. Despues me paré, y me animé a meterme en la ciudad. Excelente idea. En Amsterdam a nadie le importa que uno vaya caminando por un mundo paralelo a la vez que va por su misma vereda. Ni siquiera te miran mal. La policía no se preocupa si uno no se comporta como una amenaza pública. Uno les pasa por al lado como si fueran el enemigo, y ellos ni se dan cuenta. Al caminar entre ellos recordaba lo que decía Borges sobre Ginebra, sobre porqué Suiza era su otra patria. Sobre esa gente que ha tomado "la extraña resolución de ser razonables".
Mi entrada en la ciudad fue tambien una explosión de los sentidos. Yo iba escuchando a Piazzolla, creo que Adiós Nonino. Y decenas de bicicletas montadas por seres de fisonomía extraña (extraña para un sudamericano) cruzaban frente a mi, al ritmo de la música, como jugando bajo el sol. Caminé. Caminé sin parar durante horas. Me encontré en una especie de boulevard. Durante el dia habia albergado puestos de vendedores. Ahora los puestos se habian retirado y los restos de mercadería estaban esparcidos por todo el lugar. Un mendigo juntaba esos restos. Estaba parado, con un monton de discos de vinilo rotos en las manos. En el suelo habia otros, con sus cajas. El los miraba con lo que me pareció una expresión de angustia metafisica. Era como que no podía tolerar que quedara en el suelo algo tan precioso, pero a la vez sabia que no podia hacer nada con esos discos. En un momento llegué a una plaza en la que había una representación de Nigthwatch, de Rembrandt, hecha con estatuas de tamaño natural. De fondo, flores de todos los colores que uno puede ver bajo el influjo de la psilocibina.
Llamé a B. para contarle. Me dijo que sacara fotos, le dije que la cámara estaba en el hostel, me dijo que la buscara, pero yo no sabía tampoco donde estaba el hostel.
Caminé otro rato mas, por las irregulares y hermosas calles de Amsterdam, hasta que en un momento vi algún lugar conocido, y pude volver al hostel. Entré (yo no lo sabía) con el aspecto que suele tener uno luego de una experiencia de estas caracteristicas. Tierra y sudor en la cara, pelo de cabeza borradora. Entré y me di cuenta de que no sabía donde estaban las llaves. Murmuré unas palabras en inglés a la chica de la recepción, y seguí buscando. No las encontraba. Me senté en una mesa. Traté de calmarme. Vacié mis bolsillos una y otra vez. Nada. Solo la llave del locker donde tenia guardadas mis coss. Los de la mesa de al lado me miraban con algo de curiosidad. Subí por la escalera, para ir al baño. Justo alguien entraba a la zona de habitaciones. Me colé. Abrí el locker. Ahí estaba la llave.
Me bañé, todavia sintiendo residuos sensoriales de la psilocibina. Salí a la calle. Llamé por telefono a mi abuela (pero en ese momento no le conté, para no asustarla), a mi padre, a mi madre, a B., a BB. Pase a la tienda de los chilenos. No estaban ellos. Habia una chica, Priscilla. Aproveché a hablar un rato en español. Caminé un rato mas, aprovechando que las cosas todavía se veían anormalmente hermosas. Seguramente comí algo, y me fui a dormir. Naturalmente no tuve ningún tipo de resaca.

7 comments:

Anonymous said...

dalee loco, actualizaa

Diego de la Fuente said...

che, esta bueno tu blog eh... de verdad.

Ivanna Peti Umansky said...

Genial tu experiencia honguera. Me gustó. Gracias por pasar.

lexi said...

casi me quedo a vivir en Asterdam! salu2

nn said...

wauuuu...que vida... y yo aqui con mis porros arrancando de la policia...!!!

Andrea said...

no tuviste "resaca existencial"? o sea angustia post experiencia?

Che me encanta cuando pinta de fortalecimiento de vínculos.
Sanador

Salud

cold said...

coincido con el de mas arriba: actualizá papá!!!
un saludo.
muy bueno este post.